En un bol mediano, mezcla la harina, la levadura y la sal. Luego, añade el agua caliente y el aceite de oliva, y mezcla todo bien hasta que se forme una bola de masa.
Saca la bola de masa del bol y colócala sobre una superficie ligeramente enharinada. Amasa durante un minuto o dos, hasta que la masa esté suave y elástica.
Extiende la masa con un rodillo hasta que tenga el grosor deseado. Si te gusta la pizza más crujiente, hazla más fina. Si prefieres una pizza más gruesa y esponjosa, deja que la masa sea más gruesa.
Una vez que tengas la masa lista, agrega la salsa de tomate y extiéndela uniformemente sobre la superficie de la pizza.
Luego, esparce el queso rallado por encima. Si quieres agregar alguna otra cobertura, ahora es el momento de hacerlo. Puedes agregar pepperoni, champiñones, pimientos, cebolla, aceitunas, o cualquier otro ingrediente que te guste.
Cuando tengas tu pizza lista, precalienta el horno a 230°C.
Coloca la pizza en una bandeja para hornear y ponla en el horno durante 10-12 minutos, o hasta que el queso esté derretido y la masa esté dorada y crujiente.
Saca la pizza del horno y deja que se enfríe durante unos minutos antes de cortarla y servirla. ¡Disfruta de tu deliciosa pizza casera en solo 15 minutos!